Cabría preguntar entonces: ¿qué es
lo dado en este libro٭? Es la vida sin fantasma del comunismo, es
la vida de la derrota después de la derrota. Es la vida de la postderrota. Mientras
mantuvo en ascenso su voluntad de poder, la presencia del comunismo hizo
imposible el ejercicio de ciertas formas de gobierno sin fantasma, sin doblez,
sin velo declarado u oculto. El fantasma del comunismo se las arregló para
acechar toda forma de vida injusta que se pavoneara en la pretendida soberanía
de sus razones o en la obscenidad de los hechos. Es cierto que, al menos
durante el siglo XX, a la fuerza impugnadora del fantasma la acompañaba la
realidad política de las revoluciones. Posibles, anhelados y concretos, los
sueños emancipatorios de las vidas revolucionarias reclamaron siempre la
precedencia del fantasma, como este último necesitó, para darle cuerpo a su
amenaza, de la utopía encarnada de la revolución. Y darle cuerpo al fantasma
implicó asumir que su osamenta real no necesariamente coincidía con su forma
imaginada.
El comunismo como el ismo
político central de los últimos dos siglos ha declinado en su voluntad de poder
por dos evidencias conjuntas: fue derrotado fácticamente (en el plano económico
y militar) y, además, nunca logró imponer imágenes de su forma de vida como
forma de vida deseable y vivible. Para Schwarzböck, la vida de izquierda que proponía e imaginaba el comunismo –y en
ocasiones creía haber realizado- es la forma de vida hoy planetariamente
derrotada. Es la forma de vida que no pudo sobrevivir a sus propias muertes.
¿Quién ganó la batalla vitalista? La ganó la derecha. Y por ende, la ganó una
forma de vida: la vida de derecha.
Ahora bien: ¿qué es una vida de derecha? Vida de derecha -decimos nosotros- es
el sueño de una vida sin problemas. Y la
vida sin problemas –dicen otros- es
matar el tiempo a lo bobo. Matar el tiempo a lo bobo es una (nueva) forma
de matar al sí mismo y a los otros,
pero ahora sin nervio, sin drama, sin épica. Matar banalmente, por descuido,
para no aburrirse, por omisión, porque la imagen o su simulación así lo exigen.
Lo dado es, también, la configuración cristalizada de esa forma de
vida que ganó. Y lo que ganó en la Argentina, se impuso a sangre y fuego; lo
que ganó se fraguó en el campo de concentración y desplegó sus corolarios (o,
de otro modo, sus espantos) en las
primeras décadas de vida democrático-parlamentaria. Enfrentar lo que queda de
la dictadura, lo que queda de la derrota política, económica y social es, en
este sentido, enfrentar la postdictadura,
las consecuencias económicas y existenciales de la derrota más sonora y
profunda del pueblo, o de las formas de vida populares. La primera y quizás la
más importante y decisiva: la derrota de una vida en términos de verdad, en
términos de un proyecto no gobernado por la lógica (triunfamte) de la
mercancía.
Prólogo de D. Caramés y G.
D´Iorio al libro Los espantos de
Silvia Schwarzböck.
Reproducido sin autorización de
los autores.